Sé testigo de su reacción
Mientras leía, su rostro palideció y luego enrojeció de ira, sin saber lo importantes que eran mis acciones. “¿Qué significa?”, exclamó, con el papel temblándole en las manos. Nuestros hijos le miraban con los ojos muy abiertos, su preocupación aumentaba por momentos. Su mundo se derrumbaba ante él y podía ver cómo aumentaba su frustración. A pesar de ello, me mantuve firme, consciente de que ésta era la confrontación que necesitábamos para preparar el terreno.

Sé testigo de su reacción
El segundo sobre
Entonces le entregué un segundo sobre, con la dirección impresa y su nombre escrito. Dudó antes de cogerlo, con una mezcla de ansiedad y curiosidad en los ojos. Todos los que estaban sentados a la mesa parecían inclinarse ligeramente hacia delante, la tensión aumentaba a cada momento. Cuando lo abriera, su contenido pondría fin a mi plan meticulosamente urdido. Ahora tenía en sus manos el final de un capítulo y el asombroso comienzo de otro.

El segundo sobre

